Emmanuel Ramírez
-Advertencia, puede contener espoilers-
Las adaptaciones cinematográficas de las historias bíblicas
no son cosa nueva, piénsese, por ejemplo, en Los
diez mandamientos (que seguramente disfrutaremos esta Semana Santa); lo
común en la mayor parte de ellas es que procuran basarse, al pie, en las
escrituras bíblicas. Aunque a esta regla han escapado algunas que tratan de la
vida del mesías, como La última tentación
de Cristo, hasta este momento no había pasado cosa semejante con el antiguo
testamento. Es en este contexto en el que aparece Noah, una película que, aunque recurre regularmente a la sagrada
escritura, en lo general escapa de ese marco para brindarnos una historia
“original”.
La historia es la que se conoce:
Dios le encarga a Noé construir el Arca para salvarse del diluvio. Lo (hasta
cierto punto) interesante, es que el
acontecimiento no es el centro del filme, el punto se basa en la batalla que
tiene con el resto de los hombre: mi
recuerdo de la biblia (libro al que no recurro [error fatídico] para construir
este artículo) es que Noé insta a la humanidad en resguardarse en su arca, pero
ellos, desoyen sus palabras; acá no: en la película, el protagonista lucha
porque los demás no entren en el arca, convencido de que esa es la voluntad de
Dios. La causa: “los hombres”, como les llama la familia de Noé, son
descendientes de Caín, marcado por Dios por haber matado a su hermano, lo que
los ha vuelto codiciosos y les ha hecho volverle las espaldas al Creador. En
cierto modo esta película es, como Operación
Valquiria, un filme en el que sabes el final, y lo relevante es el nudo.

Su constitución la vuelve una más
de ese grupo de películas que se basan en historias para reinventarlas y,
comúnmente, destruirlas, como recientemente han sido Hansel y Gretel, Blancanieves
y el cazador, y La chica de la capa
roja, sin embargo, si entre ellas sobresaliera una, sería Noé, que no sólo nos quiere presentar una
historia de acción, sino que profundiza un poco en temas de actualidad: alguien
me dijo que otra fuente (quizá en tono de broma) señalaba que Noé era el primer
vegetariano de la historia, lo que abre la posibilidad de ver la cinta como una
defensa de los animales (si la has visto te quedará más claro), tema tan en
boga en la actualidad. En lo que a mí respecta, conjeturo una crítica a la
industrialización y el materialismo (y ahí va algo de spoiler): la descendencia
de Caín construye ciudades, se industrializa y le vale un pepino a quién tenga
que pisar y el daño que provocan sus acciones en el medio ambiente; en la
película se ve, debido a esto, un paisaje estéril, lo que sintoniza con otro de
los trending topics de la sociedad del siglo XXI, el deseo de volverse verdes,
para evitar un destino como el de Wall-E.
Ahora bien, la he metido en el
cajón de las películas-palomeras-que-nunca- ganarán-un-premio, pero no por eso
se debe desanimar el lector para verla: en lo que cabe, es buena, si me
preguntarán el porqué, respondería así:
Lo bueno de la película es que no se limita a narrar la
construcción del arca y el diluvio: recupera otras cosas de la biblia que la
vuelven más rica, a Matusalén, por un lado, y a la descendencia de Caín, por el
otro, quienes no tienen mucha relevancia en la biblia, aunque, los segundos, se
presenten como una amenaza para el pueblo de Dios. La manera en que Dios habla
con Noé se vuelve más verosímil, ya que en la película es un acto onírico, y no
una discusión directa con el Hacedor.
A favor también se encuentra la
combinación acertada que hicieron entre lo religioso y lo científico, cuyo
principal exponente se encuentra en la narración de la creación. La mezcla es tan balanceada, que no se ve la
preponderancia de una sobre la otra.
Los vigilantes son un buen
elemento de la trama. Quizá erróneos bíblicamente, brindan el apoyo que se
necesita. Su apariencia es sorpresiva para su naturaleza, pero su historia
muestra una coherencia interna estupenda, ¿de qué otra maneta lo espiritual se
integraría al mundo material?
Hablando de los vigilantes, debo
añadir también como punto a favor algunos clichés y lugares comunes bien
empleados, si bien, muchos de ellos caen en la pesadez o cursilería, dos o tres
se salvan, y merecen su reconocimiento.
Por último me gusta destacar la
actuación de Anthony Hopkins, cuya participación no es primordial, pero está
bien realizada; quizá sea la mejor del filme.
Lo malo en la película se puede resumir en una frase: “se
les va de las manos”, pero para platicar de ello debería hablar de otra cosa:
Probablemente el diluvio (esencial
en la historia) fue un error: marca un antes y un después de la historia. Las
actuaciones tienen una transición horrible cuando la familia de Noé entra al
barco: entre ellos el que destaca es el caso de Noé, que de ser un hombre
infundido con la voluntad de Dios se vuelve un loco estilo Jack Torrance (el de
El Resplandor). En menor medida están Emma Watson, cuyas escenas de llanto se
vuelven horribles, y Cam y Sem: el primero despuntaba para buen oponente y el
segundo para buen guerrero y ninguno logra su cometido.
Los efectos visuales también se
van de las manos, no puedo decir que le falten, porque en algunas escenas son
muy buenos, pero en otras parecen que la sacan como Dios les da a entender.
La historia, en sí, se les va de
las manos: cuando en un momento los vigilantes se encuentran del lado de Caín, al
siguiente momento son sus víctimas, y cosas parecidas. Pero ahora, como esta
historia se está volviendo larga, hasta ahí le dejo, esperando, como siempre,
que disfruten.